Desde que Aristóteles acuñara el término kátharsis (que en griego se puede traducir como purificación) en su Poética, la comedia ha ayudado a purgar las tensiones psicológicas y ofrecer una vía de escape a lomos de unas risas. ‘Cádiz‘ —cuatro temporadas ya en la Sala Cándido del Teatro Lara —se alinea con esa tradición; ofrece una carcajada lo bastante profunda como para drenar el terror al espejo retrovisor que se instala al cumplir los cuarenta.
Eugenio, Adrián y Miguel llegan a su crisis vital por rutas opuestas, pero embarrancan en la misma cosa: la certeza de que el tiempo no concede prórroga. Uno, sigue viviendo en una adolescencia perpetua, otro presume del manual de adulto perfecto con su matrimonio, sus hijos y una brújula moral tan rígida que le otorga licencia para etiquetar el mundo en “buenos” y “malos”, y el restante ve su vida trastocada por un divorcio.
La obra es una divertida reflexión sobre el paso del tiempo
El texto —dinamita dialectal firmada por el propio intérprete Fran Nortes— reúne a los tres en una noche que combina revancha sentimental y memoria playera. Obligándolos a enfrentarse a sus miedos, manteniendo de fondo la imagen de Cádiz, que emerge como aquella época dorada de juventud que todos recordamos con cariño, con un esbozo de lozanía y perfección que consideramos que a medida que nos hacemos mayores no podremos revivir. Una reflexión que invita al espectador a preguntarse si cualquier tiempo pasado verdaderamente fue mejor.
La complicidad del reparto convierte la sala en reunión de colegas donde el espectador se descubre riendo —un poco incómodo, un poco aliviado— de sus propias contradicciones. Imprescindible para quien ronde la treintena y quiera practicar, con humor y sin anestesia, la gimnasia emocional que exige la madurez. Si aún te asustan las responsabilidades que vienen en el pack “adulto”, date un chapuzón en la Playa de Cádiz del Teatro Lara.
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