Bajo el empedrado del Madrid más castizo, se esconde un universo paralelo repleto de música, buen ambiente y unos cócteles sublimes. En una cueva del siglo XVI, el arte pop cobra vida, la música se alza como protagonista y los cócteles giran en torno a las emociones que nos provocan. Es Maldita Gioconda, el club secreto en el que cada trago tiene banda sonora y cada miércoles es un manifiesto hedonista. Bienvenidos al afterwork más artístico de Madrid.
El nombre ya es un guiño a su esencia cautivadora. «La Gioconda representa el misterio eterno del arte, y lo de «Maldita» le da ese toque de rebeldía que define nuestro concepto: una Mona Lisa que se escapa del museo para vivir la noche madrileña», comenta Rosa Beracoechea, responsable del local.
El local aúna arte, música y mixología
En su interior conviven túneles con historia, neones de colores, iconos del pop art y combinados inspirados en la música. «La idea nace de una mezcla de pasiones: el arte, la música y la coctelería», explica Beracoechea. «Queríamos crear un espacio que no fuera solo un bar, sino una experiencia sensorial, un lugar con alma y personalidad», añade.
Pero lo que realmente distingue a Maldita Gioconda es su carta de cócteles, diseñada no por bartenders, sino por los propios clientes. Literalmente. «Lanzamos una macroencuesta donde preguntamos qué beberían según su estado de ánimo musical», señala la responsable. Así nacieron tragos inspirados en la melancolía soul, en la adrenalina de Arctic Monkeys o en el flow de los ritmos latinos. «La carta es una prolongación del concepto artístico de Maldita», afirma. Y funciona: no eliges solo un cóctel, eliges cómo quieres sentirte.
Los miércoles organizan un afterwork con actuaciones en vivo
Además, cada miércoles, la coctelería se transforma en un afterwork íntimo y musical, donde artistas locales interpretan versiones de soul, pop o r&b en directo. «Queremos que el público conecte con la música, que se le escape un tarareo. Que esa mitad de semana se convierta en algo especial», defiende Rosa. «Además, nos inspiramos sobre todo en el pop art de Warhol, Basquiat, Lichtenstein… pero también hay un guiño constante al arte urbano, al surrealismo y a la cultura musical de los años 70, 80 y 90», matiza.
El resultado de todo esto es una atmósfera única, como entrar en un sueño lisérgico con buena música y cócteles que cuentan historias. A veces, basta con un sorbo bien mezclado y una buena canción para volver a sentirse uno mismo. Y es que Maldita Gioconda no es solo un lugar: es un mood.