En el seno de un barrio humilde, una familia intenta reconstruir su vida tras el incendio que consumió no solo su hogar, sino también su sentido de seguridad. ‘Vulcano‘, la nueva propuesta del Centro Dramático Nacional, nos invita a adentrarnos en las cenizas de una historia donde el humo del pasado aún nubla la visión del presente. La obra, escrita por Victoria Szpunberg y dirigida por Andrea Jiménez, se presenta en el Teatro Valle-Inclán como una exploración profunda de cómo enfrentamos los traumas y las verdades que preferimos no ver.
La trama de ‘Vulcano’ gira en torno a una familia que lidia con las secuelas de un incendio cuyas causas permanecen en la penumbra. La llegada de una documentalista, interesada en desentrañar la narrativa familiar, actúa como catalizador que altera la dinámica doméstica, desatando una competencia por el protagonismo y la verdad. Lo que parecía un intento de reconstrucción testimonial se convierte en una pugna de versiones, donde cada personaje reclama su derecho a ser escuchado, a imponer su relato, a ocupar el centro. Así, la obra articula una reflexión afilada sobre la memoria y el control del discurso.
La obra integra grabaciones en directo
La dirección de Andrea Jiménez destaca por su habilidad para equilibrar el suspense con un humor sutil, creando un ambiente que oscila entre la tensión y la ironía. La escenografía de Judit Colomer Mascaró complementa esta dualidad, ofreciendo un espacio que refleja tanto la cotidianidad como las fisuras emocionales de los personajes. Uno de los aspectos más innovadores de la puesta en escena es la integración de grabaciones en directo y su retransmisión, utilizando cámaras de vídeo que interactúan con la interpretación en tiempo real. Esta técnica no solo añade una capa de profundidad al relato, sino que también cuestiona la construcción de la realidad y la subjetividad de las perspectivas.
Narrativas que salvan y condenan
‘Vulcano’ se adentra en el terreno de las historias que construimos para sobrevivir, aquellas que nos permiten darle sentido al caos y al dolor. La obra plantea preguntas sobre la autenticidad de estas narrativas y cómo, en ocasiones, pueden convertirse en prisiones que nos impiden enfrentar la realidad. La presencia de la documentalista simboliza la mirada externa que desafía las versiones cómodas que la familia ha adoptado, desestabilizando el frágil equilibrio que habían logrado mantener.
La función es una invitación a mirar más allá de las apariencias
La función es una invitación a mirar más allá de las apariencias, a cuestionar las historias que nos contamos y a enfrentar las verdades incómodas que yacen bajo las cenizas de nuestras experiencias. La obra nos recuerda que, aunque el fuego del pasado pueda haber dejado cicatrices, es en la confrontación valiente de esas heridas donde encontramos la posibilidad de reconstrucción y autenticidad.
‘Vulcano’ dialoga, en fondo y forma, con una tradición contemporánea que explora los territorios difusos de la memoria, el trauma y la identidad. Como en ‘El padre’ de Florian Zeller, donde la perspectiva se fragmenta y lo que parece objetivo se descompone en múltiples verdades personales. Incluso hay ecos de ‘La habitación oscura’ de Isaac Rosa, en cuanto al espacio íntimo convertido en escenario de lo colectivo, de lo político, de lo silenciado.
La obra plantea con crudeza que la verdad no es una pieza fija, sino un territorio en disputa, moldeado por el deseo de ser vistos, comprendidos, perdonados. En una era donde el testimonio y la autoficción se han vuelto moneda corriente, la pieza sugiere que grabar, observar o archivar no garantiza justicia ni reconciliación. ¿Quién tiene derecho a contar una historia? ¿Y qué ocurre cuando la cámara se convierte en otro ojo que juzga? Esas preguntas debe respondérselas cada uno.