La puerta se abre y el aroma te coloca en otra ciudad: tomate que embelesa, albahaca recién cortada, el resplandor del horno y ese ambiente que es un canto a la alegría italiana. La Regina es ese viaje sin aeropuerto: dos locales —Pinto y Valdemoro— y un mismo pulso napolitano. Al frente, Gennaro Arrichiello, coronado en 2024 como Mejor Pizzaiolo Joven del mundo. «La diferencia de una buena pizza empieza en los detalles: limpieza, producto auténtico y una masa respetada en sus tiempos», afirma el responsable de La Regina.
La carta supera las 25 referencias y salta con naturalidad de lo clásico a lo contemporáneo. La margherita es bandera —una de las dos pizzas con las que compitió y ganó— y él lo reconoce. «Para mí es la mejor. Sólo con su olor ya te transportas a Nápoles», apunta Gennaro. En el otro extremo, las bianche, esas pizzas sin tomate que afinan la untuosidad de los quesos y el perfume de los toppings con otras texturas.

Gennaro Arrichiello fue coronado en 2024 como Mejor Pizzaiolo Joven del Mundo
El éxito de 2024 no le ha cambiado el gesto; pero sí le ha dado gasolina. «Este premio me ha abierto puertas y me obliga a superarme cada día; me siento afortunado y orgulloso, pero no me conformo», dice Gennaro, responsable. Innovación hay, pero con brújula: combinaciones nuevas que no traicionan la ortodoxia, porque la creatividad, aquí, parte del respeto.
La autenticidad no es una pose; es logística y criterio. «Para mantener la pizza napolitana usamos harina de calidad, tomate San Marzano, parmigiano rallado y albahaca fresca; preferimos ingredientes de Nápoles para que cada bocado te haga sentir allí», apunta el chef. Ese rigor se nota también en la mise en place: corte y preparación diaria de producto, y un equipo mayoritariamente napolitano que contagia acento y hospitalidad.
La escuela napolitana sin atajos
Aquí, la masa no se negocia. «La magia está en la sencillez: agua, harina, sal y levadura, nada más», dice Gennaro Arrichiello. «Cuando se empiezan a añadir cosas que no pertenecen, se pierde la esencia». El horno manda: entre 380 °C y 450 °C, 90–120 segundos de cocción para lograr una textura exacta—ni romana crujiente ni blanda sin carácter. «La cocción es clave. Hay que tenerla el tiempo justo», remata.

La Regina es familia, tradición y amor por Italia
La estética de la pizza también cuenta una historia: la “ruota di carro”, la rueda que sobresale del plato, fina, ligera y con cornicione pequeño. «Mi pizza sigue la tradición original: fina, ligera y con un borde pequeño que incluso sobresale del plato; usamos productos frescos y 100 % napolitanos que preparamos cada mañana», comenta Gennaro, responsable. La mordida nos confirma la teoría: elasticidad, aire y un equilibrio de coberturas sin exceso.
Hay una pizza que da nombre a la casa y tiene su relato. «La Regina está inspirada en mi hermana; ella propuso los colores de la bandera italiana: pesto (verde), mozzarella (blanco) y tomate cherry (rojo). Luego añadimos panceta—su favorita—y coronamos con burrata», explica el responsable de La Regina. Es una declaración de principios: familia, tradición y amor por Italia servidos en una base que no compite con los ingredientes, los realza.

La sobremesa se alarga con dulces exquisitos
El final pide dulce y la casa lo entiende como un acto de coherencia. «El postre es muy importante en una cena napolitana; recomiendo babà o tiramisú, y aconsejo según lo que hayan comido o bebido los clientes», comenta Gennaro. La sobremesa se alarga con dulces exquisitos y la misma calma con que fermenta la masa. Y nosotros disfrutamos de todo ese saber hacer pausado tan italiano.
En Pinto y Valdemoro, La Regina no busca moda: busca pertenencia. Pizza como oficio, como cultura y como memoria familiar. A la salida, queda claro que el campeonato fue un hito, no un techo. «Queremos que quien entre al restaurante sienta que está en Nápoles: desde el aroma hasta cómo lo recibimos», defiende Gennaro. Esa es la corona de La Regina.