Entras y algo cambia de voltaje: el aire vibra con carteles japoneses, tipografías apretadas y luces que parecen robarle color a una noche en Osaka. Las mesas cortas, la madera limpia, el ruido amable de una cocina que no posa, cocina. Huele a plancha, a caldo con hondura, a salsa que reduce despacio. Durante unos segundos, Madrid queda fuera de plano y se abre una calle que no conocías pero que tal vez recuerdes: la del Japón cotidiano, ese que no se fotografía tanto como se vive. Estamos en Konnichiwa, el local que todo amante de la cocina asiática debe ya visitar.
La tesis de estos dos nuevos locales (en Fuencarral y en Preciados) es clara y se mastica en cada plato: Japón no cabe en el binomio sushi-ramen. «Konnichiwa nació con la idea de traer a Madrid una experiencia gastronómica diferente. La cultura culinaria asiática es muy rica y diversa, pero en España lo que se conoce de Japón suele quedarse en sushi o ramen. Nosotros queríamos abrir una puerta a la auténtica comida cotidiana japonesa, mostrar platos que normalmente no se encuentran aquí», afirma Xiao, responsable del restaurante, y el espacio—dos locales que laten como estaciones de metro—parece escrito con esa misma frase.

El okonomiyaki es conocido como la «pizza japonesa» y es un must aquí
Al comensal español le sorprende —y está bien que lo haga. «Al principio puede sorprender, porque son platos poco comunes en España. Pero justamente esa sorpresa es parte de la experiencia», dice Xiao. La sorpresa abre la puerta a la curiosidad: donburis que apuestan por la sencillez bien ejecutada y sukiyaki que se explica sin hablar mientras lo preparan en la mesa. «El cliente que prueba el okonomiyaki o el sukiyaki descubre sabores nuevos y se da cuenta de que Japón es mucho más que sushi», añade. Y no es una promesa vacía: muchos vuelven y afinan el pedido.
Estética que cuenta la cocina
La decoración no es atrezo; es gramática. Konnichiwa propone un Japón de modernidad contenida—neón, hierro, madera, señalética—donde la autenticidad no se maquilla. «La decoración es parte esencial de nuestra identidad. Antes de abrir, no existía en España un restaurante con la estética y el ambiente que propusimos», afirma el responsable del local. Es un statement visual y también una decisión editorial: el ambiente te cuenta la carta antes de leerla.

La decoración es parte esencial de la identidad del local
La cocina sigue el mismo principio de honestidad. Aquí no se fuerzan guiños para “caer bien”; se cocina como allí. «A diferencia de otros restaurantes que buscan adaptar los sabores al gusto local, en Konnichiwa hemos tomado la decisión opuesta: conservar las recetas más clásicas y auténticas», comenta el responsable del restaurante, y ese gesto se nota especialmente en el donburi. Arroz exacto, coberturas que no disimulan, equilibrio y calor: «Nuestro donburi no busca “españolizarse”, sino transmitir la experiencia original de Japón. Esa autenticidad, junto con la calidad de los ingredientes, es lo que convierte nuestro donburi en algo especial y diferente en Madrid», afirma.
El okonomiyaki merece capítulo propio. Se le llama “pizza japonesa” para entendernos, pero la comparación es un puente, no el destino. «Al okonomiyaki se le llama “pizza japonesa” solo para dar una referencia al cliente, ya que en España es casi desconocido», dice el responsable del local; y añade una clave que define la casa: «En nuestro caso hemos decidido no adaptar ni reinventar, sino mantenernos fieles a la receta clásica».

Konnichiwa se ha ganado un lugar entre los comensales que buscan autenticidad
La sala acompaña con ritmo callejero y precisión de reloj: pases ágiles, un servicio que no invade, una banda sonora que no distrae y una iluminación que convierte el plato en protagonista. «Podemos decir que fuimos pioneros en traer este concepto visual y ambiental», dice el responsable del restaurante. Pioneros no por el gesto, sino por la coherencia: idea, espacio y bocado apuntan a la misma dirección.
Tal vez por eso Konnichiwa se ha ganado un lugar entre los comensales que buscan autenticidad sin solemnidad. Aquí hay calle, pero hay criterio. Hay técnica, pero no exhibición. Y hay algo más: la voluntad de ampliar el mapa mental de la cocina japonesa en Madrid. «Desde el inicio nuestra filosofía ha sido clara: hacer aquello que otros no saben, no entienden o no pueden hacer», afirma el responsable del restaurante. Suena ambicioso pero sabe a verdad. Y, sobre todo, se mastica.