Polvo de chicharrones o, incluso, de oro, pesto con tomates cherry asados, plátano macho frito o carpaccio de solomillo. Aunque no te los creas, estos ingredientes tan sibaritas forman parte de las burgers de Hatillo. Y es que aquí se toman muy en serio sus elaboraciones con carne de vaca madurada. Al igual, que también se toman en serio la esencia de la gastronomía latinoamericana para exprimirla al máximo y reinventarla con toques muy modernos y sofisticados. Esto es todo lo que te ofrece este oasis de innovación foodie.
Al entrar en este local de Las Rosas es difícil resistirse al aroma de sus tequeños de queso, unos crujientes bastones de queso costeño envueltos en una delicada masa quebrada, acompañados de una salsa rosa que realza su sabor, o al de sus croquetas de rabo de toro o carabinero o unas quesadillas que rellenan de secreto ibérico y nada más probarlas te llevan al séptimo cielo. Solo al ver y oler sus platos, ya te das cuenta de que aquí saben lo que se hacen.
El ambiente acogedor y moderno es el marco perfecto para una carta dinámica que van renovando de forma continua pero que siempre mantiene un rastro de cocina tradicional y una cuidada elaboración. Su carrillera trufada con parmentier de patata o su roast beef con provolone gratinado son algunos de los imprescindibles de su carta.
Aunque lo que más llama la atención de Hatillo es toda la creatividad que ponen en sus hamburguesas. Son, prácticamente, un lienzo en blanco sobre el que el chef, Miguel Ángel Feijoo, crea auténticas obras de arte para foodies. Algunas las muestran con el pan del revés, otras con excentricidades como el polvo de oro y todas con ingredientes de primerísima calidad como membrillo braseado, relish ahumado, secreto ibérico o quesos de decenas de tipo. Bueno, y algo tan típico como un huevo frito que siempre es una buena opción.
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