A pocos kilómetros de Madrid, en el histórico Robledo de Chavela, la primavera se viste de tradición y misticismo con la Romería de la Virgen de Navahonda. Este antiguo peregrinaje, que data desde el siglo XI, transforma el camino de Navahonda en un escenario donde la devoción y la festividad se funden en un ritual que simboliza también la despedida por todo lo alto de la primavera y recibe con alegría y una explosión de color al verano.
La ruta, que serpentea entre paisajes bucólicos de la Sierra de Guadarrama, se llena de peregrinos y visitantes que, con flores en mano y cántico en el espíritu, rinden homenaje a la Virgen. Es una escapada que invita a dejar atrás el bullicio y estrés de la ciudad para sumergirse en la poesía del camino, donde cada paso se siente como un acto de rebeldía contra la rutina.
Es una tradición que emerge con una fuerza vital que conecta generaciones
En este ambiente cargado de historia, las procesiones, a la vez solemnes y llenas de un aire casi bohemio, te acercan a una tradición que emerge con una fuerza vital que conecta generaciones. Como diría un poeta desencantado, en Navahonda, hasta la fe se viste de primavera y entre la seriedad de la liturgia se esconde una chispa de irreverencia que invita a sonreír.
El encanto de la romería reside en su capacidad para transformar el acto de peregrinar en una experiencia casi sensorial. El cruce de antiguos puentes de piedra, el murmullo de las aguas que siguen el curso del sendero y la mirada cómplice de aquellos que, sin pretenderlo, comparten el mismo destino. Es un viaje que te permite conectar con la naturaleza, con los que te acompañan y hasta contigo mismo. Para quienes buscan una escapada real y cargada de significado, la Romería de la Virgen de Navahonda es más que una tradición: es un llamado a reconectar con lo auténtico y a descubrir que, a veces, lo más revolucionario es volver a lo esencial.
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